Las ganas de cambiar de piel,
de mundo,
nunca se van a apagar,
Hacerse más fuerte a punta de desconfiar,
Y acertar,
se ha vuelto inevitable,
la predicción,
hasta en otro idioma.
Las ganas de estar sola y desaparecer,
siempre salen a flote;
De moverme de nuevo.
Casi me he deshecho por completo de preocuparme,
bordeando el sin sabor,
de no importarme nada.
Y lo que puedo ver,
es la nada del horizonte,
y el gusto o disgusto,
de no ser parte de nada.
1 comentario:
¡Abajo está tu Islandia!
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