viernes, 1 de julio de 2016

Las ganas de cambiar de piel,
de mundo,
nunca se van a apagar,

Hacerse más fuerte a punta de desconfiar,

Y acertar,
se ha vuelto inevitable,
la predicción,
hasta en otro idioma.

Las ganas de estar sola y desaparecer,
siempre salen a flote;

De moverme de nuevo.

Casi me he deshecho por completo de preocuparme,
bordeando el sin sabor,
de no importarme nada.

Y lo que puedo ver,
es la nada del horizonte,
y el gusto o disgusto,
de no ser parte de nada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Abajo está tu Islandia!